Cada vez son más los jóvenes que deciden estudiar un año escolar en el extranjero. La razón fundamental por la que nuestros estudiantes eligen los programas de año escolar es la garantía de aprender el idioma de modo eficaz, interiorizando el inglés como segunda lengua.
Viajar a otro país siempre ayuda a abrir la mente, a ser más tolerantes y respetuosos; pero la inmersión lingüística que supone estudiar un año escolar en el extranjero va mucho más allá. Además de avanzar en el dominio del idioma proporciona otros muchos beneficios a los jóvenes.
El día a día en el extranjero requiere al estudiante tomar muchas pequeñas decisiones y, progresivamente, adquirir un mayor grado de responsabilidad e independencia que le ayuda a madurar a nivel personal.
En esta etapa también se desarrollan habilidades sociales a la vez que se establecen nuevas relaciones personales. La convivencia diaria hace que muchas relaciones se basen en el compañerismo y la solidaridad, por lo que inevitablemente se forjan amistades que perduran en el tiempo.
Disfrutar de un año escolar en otro país permite al estudiante integrarse en su cultura y descubrir su patrimonio a través de sus monumentos, de su gastronomía o de las costumbres.
En resumen, los programas de año escolar son una vivencia enriquecedora que favorece el desarrollo personal, con impacto en el futuro profesional y que queda grabada en la memoria del estudiante para toda la vida.