Antes de que los más jóvenes viajen al extranjero para aprender inglés, multitud de madres y padres plantean la siguiente consulta:
«¿Cuánto tiempo estará hablando inglés mi hijo/a durante su estancia en el extranjero?»
En el caso de los chic@s que deciden estudiar un año académico en el extranjero la respuesta es sencilla: hablan en inglés de la mañana a la noche. Salvo puntuales excepciones como cuando hablan con sus familias en España, la inmersión en el inglés es total durante el día a día a lo largo de un año.
En los cursos de inglés en verano es diferente. A estos cursos asisten diversos grupos de estudiantes –de entre 10 y 17 años– y aquí sí, la cuestión adquiere mayor relevancia.
El compromiso con el aprendizaje del idioma es la clave
Pero la pregunta admite tantas respuestas como personas. No te engañes, nuestro idioma materno tiende a escaparse cuando nos faltan las palabras y es poco probable que tu hijo se comunique en inglés el 100% del tiempo durante su estancia.
Cuando es la primera experiencia en el extranjero o si su nivel de gramática y vocabulario en inglés es básico buscamos, en primer lugar, que la experiencia de vivir y estudiar en el extranjero resulte positiva y motivadora. Es esencial que el estudiante se adapte bien al entorno para que pueda centrar su atención en el aprendizaje del idioma.
Dicho esto, hay que tener en cuenta que el factor determinante es la actitud. Resulta clave para el aprendizaje que el estudiante sea el primer interesado en hacer un curso en el extranjero y que esté comprometido con mejorar sus habilidades en la lengua extranjero.
Un ejemplo gráfico: un estudiante puede estar rodeado de otros 50 estudiantes españoles y sólo hablar en inglés o, por el contrario, si desea comunicarse en su idioma nativo aprovechará cada oportunidad que se presente a su lado.
Es decir, el tiempo que estará hablando en inglés tu hijo/a durante el viaje al extranjero está directamente relacionado con su grado de compromiso con el aprendizaje.
Las clases de inglés y la vida en un país angloparlante
Teniendo clara la importancia del compromiso del estudiante, es oportuno mencionar que el verdadero valor de estudiar inglés en el extranjero responde a la combinación de las clases diarias con profesores nativos con el impacto de hacer vida en un país angloparlante.
Durante las horas de clase se estudia y pone en práctica el inglés, sin espacio para hablar en la lengua materna.
Y al finalizar las clases los estudiantes ponen en práctica sus conocimientos en la lengua extranjera –ineludiblemente– en su vida social, cuando entran en una tienda o en una cafetería, al usar el transporte público y cada vez que interactúan con las personas del país y con otros estudiantes extranjeros de diferentes nacionalidades.
Otro poderoso elemento del aprendizaje es que «ven» y «escuchan» inglés en todas partes: en las paradas de autobús, en la publicidad, en las cartas y menús, en las tiendas, etc.
Aunque quisieras, no puedes viajar a otro país y permanecer aislado del idioma: la inmersión es inevitable.
El refuerzo de los monitores en el extranjero
En este sentido, para potenciar la inmersión de los estudiantes en el inglés, están los monitores que viajan con ellos al extranjero.
Los monitores velan por la seguridad y adaptación los estudiantes y también cuidan de las necesidades que les puedan surgir a cada uno de los chic@s. Y al mismo tiempo en el día a día, los monitores reconducen las conversaciones al inglés cuando es necesario y les empujan a comunicarse y desarrollar sus habilidades en inglés especialmente cuando preguntan o tienen una pequeña necesidad.
En resúmen, viajar y estudiar en el extranjero es una oportunidad magnífica para mejorar de manera significativa el nivel de inglés. Garantiza muchísimas horas de atención y comunicación en la lengua extranjera pero no puede ser desaprovechada: resulta fundamental salir de casa con ganas de aprender inglés.
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